Sta. Maria de Iguacel.

IGLESIA DE SANTA MARIA DE IGUACEL

A Santa María de Iguácel, situada en el fondo del hoy deshabitado valle de la Garcipollera, se accede por la carretera de Jaca a Canfranc, desviándonos a la derecha, nada más entrar en el pueblo de Castiello de Jaca.

Una pista forestal en aceptables condiciones nos introduce a través del valle (mejor con todo terreno) hasta su cabecera, donde se halla la iglesia. Un par de veces se cruza el río Ijuez sobre inquietantes y gruesas represas de cemento. En los últimos años se ha trazado un paso alternativo, que cada riada anual se encarga de desbaratar.

El lugar es mágico. La pradera verde en la que asienta el templo, el pinar, los montes, el río... Con la imagen inferior quiero transmitir una vista inusual del monasterio. Lo importante es el árbol. Con todo lo que significa de puente entre lo telúrico y lo celestial. Nexo de unión entre tierra y cielo.. Árbol y agua. Doble teofanía que reviste de magia el lugar.

Antes que monasterio hubo árbol, y quizá, como opinan muchos, un centro de fuerte energía. No es casual el emplazamiento de los monasterios en lugares tan bellos y en los que sin saber por qué, es frecuente que contemplándolos te recorra un escalofrío, por más que nuestra inteligencia trate de desterrar ideas esotéricas.

Santa María de Iguácel fue propiedad del conde Sancho Galíndez, quien fuese consejero de Ramiro I y tutor ("Ayo") de Sancho Ramírez. Sancho Galíndez a su vez dice haberla recibido en herencia de su padre, el conde Galindo; lo cual nos lleva a los años 1040 - 1050.

La fábrica primitiva se componía de una nave de gran altura, con tejado de madera, acabada en ábside semicircular con tres ventanales de arco de medio punto. Tres puertas facilitaban el acceso al interior del templo.

Los textos aquí expuestos han sido extraidos de la web de Antonio García Omedes - Huesca (España)

http://www.romanicoaragones.com/